Excelente
proyecto ruso de Eugene Voronovsky en el que destaca un sonido
emocional tan bello como experimental. Todo fluye entre zumbidos, ruidos y
drones. Nada de asperezas pero tampoco da lugar a un estilo comercial.
Podemos, pues, definir su estilo como "ambient
industrial" en donde mezcla instrumentos reales como violín o piano, con
otros no convencionales, provenientes de objetos y personas, procesados
electrónicamente.
Este es su segundo álbum que data del 2000 y que no deja indiferente a nadie. Es lo que él llama "el sonido de la eternidad". Muy acertado
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